miércoles, 1 de agosto de 2012

La esperiencia de oración personal.

                        Un método de oración en San Juan de Ávila.
San Juan es un convencido de la importancia de la oración en la vida cristiana. Por doquier se ven sus recomendaciones sobre ella. Además de la oración vocal, que no abandona, busca ejercitarse -y que otras personas también se ejerciten- en la lección y la oración. Esta perspectiva lo sitúa claramente en el ancho cauce de la Reforma Española, dentro de la cual ocupa un lugar no sólo de importancia, sino también con características propias, como ya se ha venido señalando.

En algunos lugares instruye acerca de cómo rezar (40). Pero el lugar más indicado para entender cabalmente las orientaciones de San Juan parece ser el Audi, filia. En lo que respecta al método de oración que se desprende del Audi, filia, habría que decir que también se muestra fundamentalmente igual en ambas ediciones. Obviamente, tratándose de una obra de exhortaciones y ejercicios espirituales no aparece tal cual es sistematizado más adelante a partir de los elementos que se encuentran en la famosa obra. San Juan de Ávila, fiel a su cometido de edificación, va intercalando el desarrollo del método de lección y oración con explanaciones sobre algún aspecto del tema y con aplicaciones de los ejercicios que va desarrollando. Por lo demás no se muestra del todo parejo al describir «el modo» de proceder en las consideraciones del propio conocimiento y en las de la Pasión del Señor.

Cabe destacar que San Juan suele estar muy atento al principio de individuación. En tal sentido se abre a las diferencias personales, así como a la flexibilidad ante las situaciones particulares que se producen en la lección y en la oración, por lo cual recomienda no atarse rígidamente a reglas y tareas tan fijas que impidan a las personas la necesaria simplicidad «con que en este negocio han de tratar con Dios» (41). Esta misma aplicación del principio de individuación y la consiguiente flexibilidad se percibe cuando dice: «También os aviso que hay otros ejercicios de meditación para caminar al Señor; así como la meditación de las criaturas y de los beneficios de Dios, y por la vía del recogimiento del corazón que entiende en amar, que es el fin de todo pensamiento y de toda la Ley; y que como hay diversos ejercicios, hay diversas inclinaciones en los hombres, y es muy gran merced del Señor poner al hombre en aquello que le ha de ser provechoso; lo cual cada uno le debe pedir con mucha insistencia, y procurar, por lo que en sí siente, dando relación de ello a quien más sabe, de atinar con qué ejercicio le va mejor, porque aquel es el que debe seguir». Asimismo, se cuida de recordar en el prefacio a la edición que fue póstumamente publicada en Toledo en 1574, que el Audi, filia fue escrito «a aquella religiosa doncella que dije, la cual, y las de su calidad, han de menester más esforzarlas el corazón con confianza que atemorizarla con rigor», y como descargo a las características de cada lector añade: «toma de aquí lo que hallares que te conviene, y deja lo otro para otros que lo habrán menester», esto es que cada uno se aplique aquello que mejor le sirve a sus características y realidad personal. Con esta declaración no sólo se abre el santo apóstol de Andalucía a las diferencias de personalidad, sino también, quizá sin saberlo ni pensarlo, a la provisionalidad de numerosos pasajes de sus voluminosos escritos (42), que es necesario tomar en cuenta desde la perspectiva de los cambios de los tiempos.

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