lunes, 5 de octubre de 2015

Regla de vida.


Con una Regla de vida, a pesar de las pruebas, nuestra vida se deslizaría dulce y placentera, plena de confianza y de amor, cargada de virtudes y de méritos. Llegado el momento, abandonaríamos con gusto el destierro por la patria y, lejos de temer a Dios como juez, nos apresuraríamos a ir

a nuestro Padre. Vendría, pues, a ser la tierra la antesala del cielo, y el Paraíso seria para nosotros admirablemente rico de gloria y felicidad.
Santa Gertrudis comprendió estas divinas enseñanzas, y tan profundamente las grabó en su corazón, que supo repetir en cualquiera ocasión con nuestro Maestro: «Sí, Padre mío, puesto que tal es vuestro beneplácito.» Si queremos también nosotros entonar continuamente este himno del abandono, debemos penetrarnos de estas verdades saludables, nutrirnos de ellas a satisfacción en la oración y piadosas lecturas, de suerte que poco a poco nos formemos un estado de espíritu conforme al Evangelio. Hasta será conveniente, dado el caso, no cerrar los ojos a esta luz de la fe para no mirar sino el lado desagradable de los acontecimientos. Este aviso es de la más alta importancia, porque la naturaleza orgullosa y sensual no gusta de ser contrariada, humillada, molestada en sus comodidades, privada de gozos y saturada de sufrimientos. Rebélase entonces, entregada por completo al sentimiento de su dolor, murmura contra la prueba y contra los causantes de ella, olvida a Dios que nos la envía, sin pensar en los frutos de santidad que de ahí espera El sacar. De aquí proviene tanta turbación, inquietud y amargura, cuando por el contrario, esta dañosa agitación debiera hacer comprender que nuestra vista se extravía y la voluntad se doblega. 
 ¡Cuánto han de bendecir al Señor los que han aprendido a amarle y a seguirle con amor y confianza por cualquiera parte que los conduzca! ¡Cuán miserablemente se engañan los esclavos de su propia voluntad, que no tienen suficiente confianza en Dios, su Padre, su Salvador, el Amigo verdadero, para permitirle santificarlos y hacerlos felices!.
 Nosotros, al menos, amemos a nuestro fiel Maestro, tan sabio y tan bueno; hagamos con ánimo esforzado todo lo que El quiere; aceptemos con confianza todo cuanto El dispone: éste es el camino de elevadas virtudes, el secreto de la dicha para el tiempo y para la eternidad.
Con este fin os proponemos una serie de reflexiones acerca de la regla de vida (podeis encontrarlas en este Blog -busca en los tags del blog la expresión "Regla de vida").
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